Silencio, proxenetas trabajando

Hace unas semanas, Crítica de Santa Fe publicó el relato de Cecilia Castro, la adolescente que estuvo dos meses encerrada en la habitación de un prostíbulo en San Francisco y que logró escapar con la ayuda de una de las mujeres que trabajan allí. Una semana después, las repercusiones oficiales, sociales y mediáticas se ubican en el grado cero. No pasó nada.

El juez de Instrucción en lo Penal José María Porta debía llamar a la madre de Cecilia, Mariana Godoy, el lunes 5 de julio, pero aún no lo hizo porque está vigente la feria judicial.
En tanto, la subcomisaría 10ª cerró la causa porque –explicaron desde esa dependencia– la menor apareció y, por lo tanto, no hubo delito a la vista, y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe atendió a Cecilia con su equipo interdisciplinario en una sola sesión. “No le hicieron casi nada, a mí sólo me entregaron las fotos de ella que yo había dejado para su búsqueda. Ahora, estoy esperando que me llame el juez”, interpretó y transmitió su madre.
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